El reflejo de succión está presente en todos los niños incluso desde el vientre materno, el feto tiene la maravillosa capacidad de calmarse a sí mismo succionando su pulgar. Hasta más o menos los 3 meses de edad podemos comprobar cuando acercamos un dedo o la mano cómo se activa el reflejo de búsqueda y succión. Al ser un reflejo lo realizan sin que signifique que el bebé tenga hambre.
La succión suele llevarles a un estado de calma y tranquilidad, esto se debe a la segregación de endorfinas, una sustancia química del cerebro que produce esa sensación de placidez.
Este acto para calmarse se conoce como succión no nutritiva ya que no tiene por objetivo alimentarse y es en lo que basan su funcionalidad los chupetes. Este efecto tranquilizador también se puede obtener del pecho de la madre.
A medida que el niño crece, la necesidad de chupar va desapareciendo, el reflejo de succión se inhibe y comienza a darse el siguiente paso evolutivo en la alimentación.
El chupete, como casi todo en la vida, tiene sus ventajas y desventajas: